Definitivamente no será la brisa la que, aleje los simulacros de tu nostalgia, menos la tormenta la que te palpe poco a poco como si te dibujara.
Tierna como la lluvia, implacable como el tiempo,
Con una sonrisa artificiosa que no da paso al vértigo de tu olvido.
Como si por primera vez esa lluvia nos atrapara, una tarde como cualquiera.
Encuentro súbito de tus ojos ordenando, el exaltante encuentro cada vez más de cerca
Consumiéndote lentamente, destruyendo todo a su paso solo para comenzar
Mirándote ciegamente a besos, descarriada y tercamente sin decirte jamás que faltas
Jugando sofocantemente con el silencio, abogándonos tibiamente en el azar de tu cuerpo,
Sin decir tu nombre girando entre tu divina desnudes, y jurando no jurar
Tentándote a gritos, demorando intempestivamente por tus valles y colinas
Besándote para no dejarte escapar, deslizando el calor de una caricia hacia tu cuello
Centímetro a centímetro, enredados… seria una lastima que la tormenta y tu mente controle lo que es urgente y lo que la gente decide vacía o superficial que una pareja debe querer.
Muriendo de formas múltiples y simultáneamente, cayéndonos en la danza de tu vientre, en un remolino inconsolable de las horas que ya no pueden mas que hablar de ti.
Ocasionalmente una tarde de lluvia, olvidadnos del trabajo diario solo por un instante en el absurdo como improbable deseo de quererte,
NO vaya ser que el sueño te busque para perdernos en la eternidad un par de horas.
Solo nosotros en la niebla, sin pensar en pretextos, todo esto antes que el tiempo y la realidad nos vea y esta lluvia de nuevo nos alcance y nos posea . . . . . . .
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